CUATRO FORMAS EN LAS QUE EVADIMOS NUESTRAS EMOCIONES (Y QUÉ
HACER EN LUGAR DE EVADIRLAS).

Evadir nuestras emociones no es bueno para nuestra salud mental, pero es un mecanismo automático que nos ofrece una falsa sensación de seguridad, por lo que es difícil de detener.

Te has encontrado en una situación de estrés o de dificultad emocional, teniendo pensamientos catastróficos, usando las redes sociales más de lo usual, comiendo algo que normalmente evitarías, descubriendo que tienes los músculos de tu espalda tensos o que mueves las piernas o alguna parte de tu cuerpo sin darte mucha cuenta, o descargando una emoción en otra persona en un ataque de rabia o frustración que no es realmente justificado?

Todas estas son acciones que tomamos en un esfuerzo inconsciente por evadir o
controlar emociones que nos resulta difícil experimentar. Son intentos de escapar de
nuestro mundo interno cuando nos sentimos vulnerables. Suelen verse así:


Minimizar y distraer
. Puede que estemos calificando a nuestra experiencia emocional como exagerada y nos digamos “no es paratanto” y tratemos de imponer pensamientos racionales a nuestros sentimientos. Esta actitud incluso es a veces valorada, nos vemos y nos ven como “fuertes”. Cuando hacemos esto estamos siendo negligentes con las necesidades de nuestro cuerpo, a quien solemos empujar hasta el límite del agotamiento.

Controlar y preocuparnos. Lo que suele pasar cuando tenemos juicios hacia nuestras emociones es que las intentamos sustituir con pensamientos (que nos lucen “racionales”, “adecuados”, “útiles”) y con estrategias para “arreglar” la emoción, o “hacer que se vaya”. Es como ir contra la realidad de que somos seres emocionales, a costa de mucho esfuerzo mental que nunca termina de funcionar, ya que la emoción no logra “apagarse”.

Auto-atacarnos. También viene del juicio, en este caso hacia nosotros mismos por ser vulnerables, si aprendimos en la infancia que ser vulnerables nos ponía en peligro. La tendencia a descalificarnos por sentir emociones se instal como un hábito de autocrítica y autorreproche que puede llevarnos a tener una baja autoestima y depresión.

El disfraz emocional. Algunas emociones nos resultan más amenazantes que otras como resultado de lo que aprendimos de niños. Si nos criamos en un ambiente donde la rabia no era aceptada, puede que nos mostremos tristes cuando en realidad estamos experimentando enojo. O viceversa. Esta confusión emocional nos hace mantenernos estancados ya que no recibimos el mensaje real que la emoción tiene que darnos.

 

Así que lo que nos sirve como un escape, suele traer más sufrimiento que beneficios.

De hecho, evadir nuestra experiencia emocional está asociado a un incremento en la depresión y ansiedad, a problemas en las relaciones interpersonales y a un riesgo aumentado de sufrir enfermedades cardiovasculares e incluso cáncer.

La alternativa es aprender a experimentar nuestras emociones, soltar el intento de control y las actividades de evasión y ofrecernos la oportunidad de sentir las emociones en nuestro cuerpo con plena conciencia.

Para lograr maestría emocional es necesario tener la disposición de estar con nosotros mismos de una forma totalmente nueva, que comienza por aceptar la incomodidad inicial que nos habla de que una emoción está presente.

Quieres saber más sobre cómo aceptar las emociones?

Puedes leer mi artículo “Tú no eres tus pensamientos”.
También puedes descargar mi guía “Cómo calmar el ruido mental”.
O espera mi próximo artículo sobre “Cómo atravesar emociones difíciles” con atención plena (Mindfulness).

Oleny