REMATERNAR A TU ADULTA

La persona adulta que eres necesita apoyo, sentirse vista y reconocida, y saber que está bien ser simplemente quien eres.

Como seres sociales, necesitamos formar parte de relaciones y grupos que nos ofrezcan este tipo de conexión. Pero además, una fuente importantísima de esta conexión es tu relación contigo misma.

Nuestra sociedad nos ha enseñado a relacionarnos con nosotras mismas desde la exigencia y la crítica.

Si prestamos atención a cómo nos hablamos durante el día, la mayoría de las personas descubrimos una voz muy dura que nos regaña cuando no hacemos o logramos “suficiente”, que nos dice que no nos merecemos descansar o disfrutar si no nos hemos esforzado mucho antes, que nos compara con la apariencia, las posesiones o los logros de las demás, que critica cómo ejercemos nuestros roles y que siempre está inconforme.

Esta es la voz interiorizada de una sociedad muy exigente que evalúa constantemente a los individuos y nos siembra el sentimiento de insuficiencia. También puede ser la voz interiorizada de una madre exigente, de un padre perfeccionista, o de una familia que nos evaluó y nos hizo sentir que debíamos esforzarnos para pertenecer.

Nuestro trabajo es observar esta voz, entender cómo se formó, pero especialmente, ofrecernos una voz alternativa, más amable y compasiva, que nos pueda motivar desde el amor y no desde el miedo a no ser suficientes.

Ejemplos de esta voz y de la actitud de rematernaje serían así: Vigilo mis conversaciones internas y las palabras con las que me hablo.

  • Sustituir “esto me está saliendo bien/mal” por “estoy haciendo un esfuerzo valioso, estoy poniendo mi energía y mis recursos en lo que hago” o “no estoy concentrada o disfrutando esta tarea, voy a tomar un pequeño descanso para re enfocarme”.
  • Cambiar “odio equivocarme” por “todos nos equivocamos. Soy capaz de asumir responsabilidad de mis errores y aprender de ellos”.
  • Escucho a mi cuerpo e incluyo mis necesidades entre mis prioridades.
  • Dedico tiempo en mi planificación para alguna actividad que me dé placer/alegría.
  • Entre los roles que desempeño (profesional, pareja, mamá, hija…) también está el de cuidadora de mi bienestar.
  • Sé que una sola acción no define la clase de persona/mujer/madre/pareja/hija que soy.
  • Valido mis emociones, me permito sentirlas antes de actuar o tomar decisiones.
  • Entiendo que el descanso y el disfrute son necesidades y no lujos.

Tratarnos con consideración y respeto no significa volvernos permisivas o bajar nuestro estándar, como creen muchas personas que le temen al término “autocompasión”. Por supuesto que podemos mantenernos disciplinadas y motivadas desde una presencia compasiva y además, lo hacemos sin correr el riesgo de desconectarnos con nuestras necesidades.

Deseándote un buen viaje hacia adentro,

Oleny